Los futones japoneses son de unos 5 cm de altura, tienen una funda exterior y se rellenan con fibras naturales como algodón o bien con material sintético. A menudo se venden en conjuntos que incluyen el colchón de futón (shikibuton), un edredón (kakebuton) y almohada (makura). Las almohadas se rellenan con judías, trigo negro o abalorios de plástico. Los futones están diseñados para situarse directamente sobre suelos de tatami.
Debido a que las casas en Japón son bastante pequeñas, el futón resulta ser bastante cómodo ya que permiten optimizar el escaso espacio de las viviendas en Japón, pudiendo ponerse sobre la esterilla de tatami en la noche y doblarla para luego guardarlo por la mañana, dejando libre la habitación para otros usos.
Además, al guardarse en un armario durante el día permite que el tatami se airee. Los futones deben ser ventilados al sol regularmente para eliminar la acumulación de humedad desprendida por la transpiración del cuerpo durante el sueño y debe cambiarse regularmente la zona sobre la que se duerme ya que la fibra tiende a apelmazarse.
Las ventajas del futón no solo guardan relación con lo favorables que resultan para casas pequeñas, sino que también presentan varias ventajas sobre la salud. Debido a que se encuentran elaborados de materiales naturales, los futones permiten acondicionar la temperatura del cuerpo, siendo cálidos en el invierno y más frescos durante las épocas de calor. Además permite apoyar todo el cuerpo respetando su anatomía, lo que incrementa la salud de la espalda, evitando por ejemplo los temidos pinzamientos vertebrales.
